Cuando le entregamos nuestra vida a Jesús experimentamos cambios. Él espera que nos desarrollemos, que avancemos y demos fruto, sin embargo, muchos cristianos que tienen tiempo de caminar junto al Señor, se acomodan y no evolucionan. Busca siempre reflejar tu crecimiento en obras. La Palabra nos relata que cuando Jesús visitó a un hombre llamado Nicodemo le dijo que para entrar en el reino de Dios debía volver a nacer del agua y el Espíritu. Por eso hay muchas personas cronológicamente mayores pero inmaduros en su vida de fe. Casa de Dios es una iglesia que nos renueva y reta a dar más de cada uno. Recuerda que eres carne y espíritu, debes alimentarlos por igual para crecer integralmente. Sáciate de la Palabra así como del alimento para tu cuerpo.
Crecer duele y es difícil. Los adolescentes a partir de los 12 años sufren la ansiada transformación física y emocional. Las articulaciones y huesos duelen porque se están estirando. Lo mismo sucede con las plantas cuando germinan, la vida dentro de ellas lucha por liberarse. Hay una fuerza interna en cada semilla llamada totipotencia que impulsa la vida desde su interior. Entonces crecen hacia abajo afianzando sus raíces para iniciar un crecimiento hacia arriba que las haga fructificar. Los cristianos somos parecidos, debemos afianzar nuestras raíces para poder llegar muy alto.
Limitaciones para crecer
Juan 14:12 dice: De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.
Todo va bien cuando caminamos en el Señor, pero hay situaciones que vienen sobre nosotros y nos impiden completar buenas obras. Somos como plantas que no progresan si están sembradas en una tierra sin nutrientes.
La primera razón para no crecer es la calidad de nuestro fundamento en el Señor. Tu fe debe ser raíz fuerte que te sostenga y alimente.
La segunda circunstancia desfavorable son los factores externos que nos acechan. Debemos protegernos de parásitos, depredadores y otras plantas nocivas que limiten nuestro crecimiento. El pecado es como un hongo que nos enferma y debilita.
La tercera razón que evita nuestro crecimiento es el ambiente adverso. Las plantas necesitan la cantidad de luz, calor y humedad exacta para desarrollarse. Eres una planta de luz que se morirá si te quedas en la sombra. El lugar ideal para crecer es junto al Señor y la congregación que te desafiarán a ser cada vez mejor.
La cuarta situación contraproducente son las influencias negativas. La envidia y actitudes mezquinas nos detienen. Rodéate de personas que te impulsen hacia adelante. Un gerente de ventas siempre motivará a sus empleados para que vendan no para que dejen ir a los clientes. Yo viví una experiencia frustrante durante mi niñez. Era inquieto pero buen estudiante. Cierto día un maestro me perjudicó y tuve que irme del colegio. También me sucedió con un tío que siempre me asignaba las tareas más difíciles e incómodas en la finca. Me gustan las vacas pero no precisamente dedicarme a limpiar sus excrementos. Él me decía que era necesario empezar desde abajo y aprender a valorar el trabajo por difícil que fuera. Hay una gran diferencia entre enseñar a una persona y pretender humillarla. Fue difícil pero logré superarlo y realmente maduré en el Espíritu. Jesús hizo cosas maravillosas y permitió que sus discípulos crecieran para que pudieran seguir su ejemplo y fueran dignos alumnos suyos. Nunca se sintió amenazado o los limitó para evitar que lo superaran. Todos creceríamos más si fuéramos generosos y nos apoyáramos mutuamente. Confía en quién eres y no humilles a otros para destacar, tampoco permitas que terceras personas limiten tu potencial.
Bonsái espiritual
El diablo quiere que no crezcas. Esa es su pasión y propósito. Para él está bien que conozcas al Señor y asistas a la iglesia siempre y cuando no te comprometas a dar frutos de fe. Es como ser un bonsái al que no se le permite crecer más de lo debido. La naturaleza de estos árboles en miniatura es ser pequeños y quienes se dedican a cultivarlos tienen ese gran objetivo de impedir su crecimiento. Para lograrlo cortan cuidadosamente la raíz que los sostiene sin lastimar las raíces que los alimenta. Además, los transplantan a una maceta que ponga límite al avance de la raíz. Hay muchos cristianos bonsái que no crecen y permiten que los dejen en la misma maceta limitante.
Éxodo 1: 6-11 narra: Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación. Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra. Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés.
Satanás buscará esclavizarte y hacerte pequeño porque sabe que eres peligroso cuando desarrollas tu potencial y das fruto. No le des gusto, rompe la maceta y crece sin límites.
Semilla que multiplica la simiente
Éxodo 1:16-22 cuenta: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva. Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por qué habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños? Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas. Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera. Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias. Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida.
El faraón mataba a los varones para evitar la descendencia del pueblo de Israel. Las mujeres podían engendrar pero no producir la semilla que aseguraba el linaje. El diablo quiere matar tu potencial y evitar que te multipliques. Promueve el desarrollo de toda tu familia. No limites a tu esposa e hijos, dales oportunidad de crecer. El sueño de mi esposa es ser cantante y alabar al Señor con su voz, yo la apoyo para que lo logre porque ambos merecemos desarrollarnos.
Las naciones necesitan ciudadanos comprometidos con el crecimiento personal y comunitario. El Señor desea que te fortalezcas y vayas más allá de cualquier límite para que todos vean tus frutos. Debes ser como esos árboles que incluso rompen el pavimento con sus raíces ansiosas por crecer. Nuestra actitud debe ser productiva y enfocada en alcanzar lo que anhelamos. Desarrollemos todo nuestro potencial. Un país se desperdicia si sus habitantes temen salir de la maceta y no aprovechan los recursos que Dios les regaló. No te sientas pequeño, habla y actúa en grande porque en verdad lo eres para la gloria de Dios.
Tienes el compromiso de dar frutos, Él quebrantará lo que te limita, romperá las ataduras, limpiará tus raíces, derramará el agua del Espíritu sobre ti para que extiendas tus ramas, crezcas y te levantes.
Entrégale tu vida y corazón, pide perdón para poder crecer y fortalecerte. El Señor dice que serás como árbol plantado junto a las aguas y echarás raíces al lado de la corriente, no verás cuando venga el calor, tus hojas estarán verdes y el año de sequía no te fatigará ni dejarás de dar fruto. Créele y esfuérzate por avanzar. De esa forma demostrarás que realmente eres semilla capaz de dar frutos y recibir Su bendición.
Por: Pastor José Putzu