Por Jesús Adrián Romero. Como Iglesia hemos sido llamados a ministrar en tres áreas. En orden de importancia son: Ministrar al Señor, ministrar a la iglesia y ministrar al mundo. Creo que como hijos de Dios hemos invertido la importancia de este orden.
Desde el día de Pentecostés la iglesia a entendido su papel de ministrar al mundo llevando el mensaje del evangelio a los perdidos, todo empezó en Jerusalén, luego en Judea, después en Samaria y hasta donde estamos nosotros; “Lo último de la tierra”. Claro que hay mucho más que hacer, la necesidad del mundo es mucha.
De la misma manera hemos entendido la importancia de ministrar a la iglesia, ministrarnos unos a otros. En las últimas décadas ha habido un énfasis muy fuerte en esta área. Congresos de jóvenes, campamentos de adolescentes, retiros de matrimonios, eventos para hombres, mujeres y niños. Todos estos se llevan a cabo con el fin de ministrar a la iglesia. Cuando visitamos cualquier librería cristiana, encontramos todo tipo de libros dirigidos a ministrar al cuerpo de Cristo. No hay un tema que se escape, hasta libros acerca de cómo perder peso se han escrito para los creyentes.
Aun lo que nosotros hemos conocido como “alabanza y adoración” en las ultimas dos décadas, en su gran mayoría han sido canciones de animo y ministración para la iglesia, canciones de restauración y reflexión, más que de adoración.
En relación a ministrar a la iglesia el Espíritu Santo nos a llevado a entender el poder que hay en nuestras bocas para bendecir, esto a provocado un énfasis muy fuerte en bendecirnos los unos a los otros, bendecir a nuestros hijos nuestras ciudades, etc. Somos una iglesia bendecida.
Pero, ¿qué del área más importante en nuestro ministerio?
¿Qué de bendecir al Señor?
Esta es el área más descuidada de nuestro ministerio, pero el Espíritu Santo está haciendo algo maravilloso a través de la tierra, El está llevando a los hijos de Dios a cumplir su ministerio más importante “bendecir al Señor”.
No se tu, pero yo me siento tan bendecido por el Señor, que ha veces hasta me siento mal en pedir.
En los últimos meses mis tiempos de oración han carecido de la ya tradicional “lista de necesidades” y me he dedicado a ministrarle a El, a bendecir su nombre. De vez en cuando viene la “tentación” de pedir algo, especialmente cuando estamos a punto de tener algún evento especial, pero la resisto y continúo bendiciéndole.
Ministrar al Señor es algo que haremos por la eternidad, así que debemos empezar a practicarlo con más frecuencia.
El único ministerio que continuará por la eternidad será el de ministrar al Señor.
El ministerio al mundo acabará, el ministerio a la iglesia terminará, pero no el de ministrar al Señor.
Todos nos volveremos como los Ángeles, David dice de ellos: “Bendecid a Jehová vosotros sus Ángeles,… ministros suyos que hacéis su voluntad” Salmo 103:20-21 El ministerio de los Ángeles es bendecir al Señor y hacer su voluntad y en esa dirección está caminando la iglesia.
La iglesia del Señor mostrara que ha madurado cuando aprenda a bendecir al Señor. Esta es la muestra del verdadero carácter. Así es el carácter de Dios el carácter de padre.
El que tiene carácter de padre se deleita en dar, en bendecir, en cambio, el que no crece y permanece como un niño solo se deleita en recibir.
Como iglesia hemos demostrado carácter de niño en este aspecto pero el propósito de Dios es que cada uno de nosotros alcancemos la madurez, crezcamos hasta convertirnos en padres y nos deleitemos en dar, en bendecir, especialmente a nuestro Señor.
Desde los tiempos de David no había un énfasis tan fuerte en bendecir al Señor, pero las cosas están empezando a cambiar.
La iglesia como David está diciendo: “Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará de continuo en mi boca”
Te invito a ministrar al Señor en todo tiempo. Empieza el día bendiciéndole y termina el día de la misma manera.
Ministro de Alabanza: Jesús Adrián Romero. www.vastago.com