La Codependencia en el Ministerio Cristiano

En algunos círculos evangélicos se espera que el pastor sea un superhombre, sin tentaciones, perfecto, incansable.
Pastores codependientes César (no es su verdadero nombre, aunque su historia sí lo es) es un pastor que dejó el ministerio hace un año. Su historia es muy similar a la de otros pastores. En sus propias palabras nos decía con tristeza: «Me esforcé tanto por servir a mi iglesia que me olvidé por completo de atender a mi. Al final mi esposa me abandonó y la iglesia me despidió». César es un pastor codependiente.

Mario era el líder del grupo musical de su iglesia. Pasaba largas horas preparándose y ensayando la música de los servicios de la iglesia, pero no toleraba ninguna crítica y se molestaba cuando alguien le hacía alguna sugerencia. Su comentario: «Lo único que quiero es servir a Dios con lo mejor que tengo, pero en la iglesia no me lo agradecen. Por lo tanto me voy de la iglesia». La falta de tolerancia a los demás, la gran cantidad de horas que Mario invertía en el ministerio descuidando otras áreas de su vida, además de la motivación que tenía, lo califican como una persona codependiente.

Marta es maestra de escuela dominical y consejera en la iglesia. Su esposo es alcohólico y tiene tres hijos pequeños. Cuando su esposo se incorporó a la iglesia y abandonó su alcoholismo Marta dejó de servir en la iglesia. Su comentario fue: «Nadie parece necesitarme más en la iglesia. Todos buscan a mi esposo y ya se olvidaron de lo mucho que me he sacrificado por la iglesia…» Marta es codependiente.

He podido trabajar por algunos años con personas codependientes. Esto me ha llevado a estudiar el tema y la relación que existe entre la codependencia y el ministerio cristiano. Empecé a notar en algunos pastores y líderes los mismos rasgos de una conducta codependiente. Este artículo ha sido inspirado y facilitado por un grupo de apoyo compuesto principalmente por pastores y líderes que han reconocido su propia codependencia. Agradezco a estos hermanos su transparencia y disponibilidad a ser vulnerables.

La codependencia se ha definido como «la tendencia que tiene una persona insegura de sí misma a cubrir su inseguridad tratando de agradar a otras personas para ser aprobado o amado».

La codependencia: Una adicción
El líder o pastor codependiente siente la necesidad de ser aprobado por otros, y se sacrifica al negarse en sus necesidades básicas a fin de que otras personas puedan aceptar su persona y su ministerio. La negación de uno mismo es un elemento necesario en el trabajo pastoral. La Biblia nos llama a ser siervos si queremos ser líderes. Jesús se negó a todo lo que Él era y se hizo siervo. Los líderes de la iglesia del Nuevo Testamento son un ejemplo de negación de uno mismo por la causa del Reino de Dios. Sin embargo, hay una diferencia entre una saludable negación de uno mismo y una que es codependiente. La negación a nosotros mismos descrita en la Biblia es por causa del Reino de Dios, mientras que la negación de nosotros a causa de una conducta codependiente es motivada por necesidades enfermizas: al no sentirnos amados, aceptados o aprobados luchamos para que otros llenen en nosotros este vacío.

Recientemente, un líder vino a nuestro grupo de apoyo y dio una descripción muy buena de su conducta codependiente. Dijo: «Me volví como un mueble multiuso, siempre dispuesto a encajar en donde me necesitaran, siempre dispuesto a hacer un sacrificio por causa de los demás… » Desgraciadamente ésta es una conducta típica que se puede aplaudir en una iglesia, y más aún en congregaciones en las que hay falta de discernimiento y experiencia en esta área. A menudo el pastor codependiente no comprende que todos sus sacrificios son motivados por sus propias necesidades emocionales. El líder o pastor codependiente está en el camino correcto con la motivación equivocada, y, lamentablemente, sin saberlo promueve en la iglesia relaciones codependientes.

Todas las personas involucradas en el ministerio luchan con una necesidad de aprobación de parte de los demás. Esto es normal, pero se vuelve un problema cuando es la única motivación que gobierna nuestra vida y ministerio. Para el líder codependiente, esta necesidad de aprobación se convierte como en una adicción. Seguidamente anotamos cuatro características de una persona que sufre una adicción:

•Es obsesivo/compulsivo. • Ha desarrollado tolerancia al objeto de su adicción. • Cuando no cuenta con el objeto de su adicción padece del síndrome de abstinencia • El objeto de su adicción le da satisfacción inmediata.

El pastor o líder codependiente padece de conductas obsesivo/compulsivas. Es obsesivo cuando sólo puede pensar en su ministerio y es incapaz de enfocarse en lo que se sale de sus responsabilidades ministeriales. Es compulsivo cuando pasa de una actividad a otra, o de una idea a otra, dejando poco tiempo para descansar, recrease, evaluar o planear. Una persona compulsiva no se detiene, sino que está constantemente en algún tipo de actividad. Compartí una vez con un pastor que durante catorce años no había tomado un solo día de vacaciones. Su comentario fue: «No puedo pensar en algo que no sea la iglesia. No puedo verme fuera de la iglesia». Esta declaración lo califica como una persona con una conducta obsesiva/compulsiva. Lamentablemente la iglesia, sin saberlo, alimentaba su conducta codependiente ya que constantemente agradecía la «dedicación» de su pastor.
El pastor o líder codependiente desarrolla tolerancia a su ministerio. Se siente como si no hubiera logrado hacer lo suficiente como para estar satisfecho con su trabajo por lo que necesita trabajar más. En algunos casos tiene también la sensación de que Dios no está satisfecho con él y se le hace necesario trabajar más. Al final, áreas completas de su vida quedan descuidadas porque cada vez invierte más y más tiempo en forma desbalanceada en lo que siente que no se ha hecho apropiadamente. Por ejemplo, más consejería, más preparación de sus sermones, más oración, etcétera. El pastor o líder codependiente cree que su «sacrificio» por el ministerio es parte de su llamado ministerial. El problema es que este mismo sacrificio está llevando su vida y la de su familia a un punto de ingobernabilidad.
Un pastor o líder codependiente también puede tener el síndrome de abstinencia. Este sentimiento es muy similar a lo que siente el alcohólico después de estar sin una bebida durante cierto tiempo.
Cuando un pastor codependiente está fuera de su ministerio o del contacto con «su gente» se siente como si extrañara algo, o que la congregación está en gran necesidad de su presencia, o que algo puede resultar mal en la organización si él no está presente. Una vez hablé con un pastor quien interrumpió sus vacaciones porque no soportaba la idea de no estar en el servicio del domingo. Me dijo que de repente sintió que tenía que regresar a la iglesia ya que algo podría salir mal sin su presencia. Como un alcohólico «necesita» una bebida para sentirse bien, el pastor codependiente «necesita» estar presente en todas las actividades de su iglesia.
Un pastor o líder codependiente puede experimentar gratificación inmediata después de cualquier actividad en la iglesia. El pastor codependiente deja de sentirse ansioso o inseguro cuando ha obtenido su gratificación inmediata. Esta puede venir de expresiones de gratitud, palabras de halago o amor, o sumisión de parte de un feligrés, etcétera. Cuando una persona con una adicción obtiene su «gratificación inmediata», empieza a sentir como si un interruptor se hubiese apagado dentro de él o ella y esto lo lleva nuevamente a buscar nuevas actividades o acciones que le permitan sentirse aceptado o amado, y por tanto volver a recibir satisfacción inmediata. Pasos para la recuperación de un pastor o líder codependiente

Admita que tiene un problema
Este paso es quizás el más difícil de tomar pues un pastor codependiente puede creer que no tiene ningún problema ya que la esencia de su llamado pastoral requiere abnegación y sacrificio. La congregación podría estar muy satisfecha con su duro trabajo, disponibilidad y falta de egoísmo. Sin embargo, a un nivel inconsciente, el pastor codependiente hace todo motivado por una necesidad emocional personal de encontrar aprobación, aceptación, o de ser amado.

En virtud de que ser amado y aprobado es una necesidad humana que solamente Dios puede satisfacer a plenitud, el pastor nunca recibirá de otros el suficiente amor o aprobación. El pastor codependiente entra en un ciclo vicioso en el que siente que necesita mejorar su ministerio o alguna área de este para obtener la suficiente aprobación de los demás. Estas necesidades emocionales crónicas llevan su ministerio a un punto en que se vuelve inmanejable pues él nunca podrá hacer lo suficiente para obtener de otros lo que cree necesitar.

El pastor codependiente debe confesar ante el Señor que hay una motivación egoísta en su ministerio, aunque parezca ser todo lo contrario. Este es un paso muy difícil de tomar. En mi experiencia personal, me fue difícil admitir ante Dios mi egoísmo, y que yo buscaba la aprobación y aceptación de los demás. Confesar mi codependencia dentro del ministerio y que, como resultado de esta, mi vida se había vuelto ingobernable, ha sido para mí una de las cosas más difíciles de enfrentar dentro del ministerio mismo. También ha sido uno de los pasos más satisfactorios de mi ministerio ya que Dios me ha dado la oportunidad de dar apoyo a otros pastores y líderes quienes, como yo, padecen de codependencia y no han encontrado a quién recurrir.

Busque apoyo
El trabajo pastoral es una ocupación muy solitaria. En algunos círculos evangélicos se espera que el pastor sea un superhombre, sin tentaciones, perfecto, incansable. El pastor codependiente normalmente alimenta esta expectativa y trabaja para dar una imagen de perfección, poder espiritual, conocimiento y sabiduría. Desgraciadamente, como todos los demás, el pastor es también un ser humano vulnerable.

Puesto que un pastor codependiente tiene que proyectar una imagen de perfección, esto limita sus posibilidades de tener a alguien en quién poder confiar sus problemas personales, tentaciones y limitaciones. En mi experiencia personal encontré muy difícil confiar en alguno dentro de mi círculo ministerial por temor a perder mi status o posición de liderazgo.

En un grupo de apoyo, que podría estar formado por otros pastores y líderes en la comunidad evangélica, usted podría admitir libremente sus errores sin sentirse amenazado. Para un pastor codependiente encontrar ungrupo en el cual pueda hablar libremente de sus problemas y limitaciones puede convertirse en una experiencia salvadora de su ministerio pastoral, de su familia, y de su vida como individuo. Ojalá que su grupo de apoyo no lo critique, ni lo rechace, pues un pastor codependiente ya ha sufrido mucha autocrítica, culpa e inseguridad, y esto mismo es lo que ha alimentado su necesidad de que otras personas lo reafirmen y lo animen.

Una vez compartí mis problemas personales con un respetado misionero quien a su vez me contó cómo él mismo había luchado con estos problemas. Su admisión me dio mucha esperanza y respeto hacia él. Las conversaciones que sostuve con él y su consejería fueron de mucho valor para mí ya que sentía que hablaba con una persona que me entendía.

Empiece un proceso de recuperación
Hace años, cuando se me habló de «recuperación», mis propias creencias teológicas se sintieron amenazadas. Nuestro mundo evangélico está acostumbrado a palabras como «sanidad», «milagros», «prosperidad», etcétera. Mi percepción consistía en que «recuperación» para mí era una palabra secular, y no parecía encajar dentro de mis creencias teológicas, pues en América Latina estamos acostumbrados a un evangelio que ofrece resultados inmediatos. Empecé a entender que mi codependencia, manifiesta en una necesidad de ser aceptado y aprobado, tomó un largo tiempo para desarrollarse. Dios puede hacer un milagro en nuestra vida y puede cambiarnos inmediatamente, sin embargo me parece que, en casos de codependencia el Señor prefiere tomar el camino largo. He estado en un proceso de recuperación durante algún tiempo, y aunque voy avanzando, constantemente descubro que mi codependencia toma nuevas formas. Tengo que estar atento para que este problema no me vuelva a absorber y por ende afecte a alguien más. No obstante, nunca antes el Señor me ha usado tanto para apoyar a otros pastores, quienes como yo, padecen codependencia.

El proceso de recuperación requiere de humildad. Uno debe estar dispuesto a aprender de otros y a aprender de sus propios errores. Las personas codependiente están acostumbradas a obtener resultados inmediatos y para esto deben manipular a otros. El pastor en recuperación debe tomar mucho tiempo para meditar y buscar la guía del Señor en cada actividad y acción que tome. Una persona codependiente ha aprendido a ser muy compulsiva, y a menudo cuando ve una necesidad salta para ayudar. El codependiente tiene que aprender a tomarse su tiempo para responder a otros, para planear sus acciones, para evaluar el costo y las motivaciones de sus planes.

En el proceso de recuperación el pastor codependiente tiene que aprender a poner y ponerse límites. A veces a nuestro grupo de apoyo llegan nuevos pastores o líderes que muy pronto comprenden que son codependientes. Generalmente lo primero que quieren hacer para recuperarse es poner limites. Dado que las personas en su congregación no están acostumbradas a que su líder ponga límites, los feligreses se sienten rechazados. Si usted descubre que es un pastor codependiente, no se apresure a ponerles límites a las personas, pues esto puede causar mucha tensión en sus relaciones. Los límites deben ponerse con gracia y cuando ya hayamos creado en las personas expectativas diferentes. Tenemos que enseñarles a las personas a bajar sus expectativas de nosotros sin dar la impresión de que las estamos rechazando. No podemos esperar cambiar de un día para otro. Algunas personas pueden sentirse heridas por nuestros cambios repentinos.

En nuestro proceso de recuperación debemos tomar nuestro ministerio un día a la vez. Nos llevó años desarrollar nuestras necesidades codependientes de aceptación, amor, aprobación, etcétera. Debemos aprender a ser totalmente honestos con Dios y con los demás, y admitir diariamente nuestras necesidades y limitaciones. Como persona en vías de recuperación me encuentro en la necesidad constante de regresar ante Dios y donde las personas de mi grupo de apoyo para poder admitir mis errores y poder continuar mi ministerio y mi proceso de recuperación.

A continuación se ofrece una autoevaluación que le servirá para diagnosticar si es o no codependiente. Está pensada para pastores. Aunque algunas conductas pueden aparecer temporalmente en forma normal, cuando estas se dan en manera consistente la pregunta debe responderse en forma positiva.

Siente que el éxito o fracaso de la iglesia son exclusivamente su responsabilidad
Sentimiento crónico de ansiedad por el funcionamiento y el éxito de todos los programas de la iglesia
Sentimiento crónico de obligación de aconsejar o ayudar a todos los miembros de la congregación
Enojo o sentimiento de inseguridad cuando la congregación no escucha sus sugerencias
No puede decir que no, o se compromete a hacer demasiadas cosas
No le pone límites a su tiempo, su espacio, y disponibilidad
Teme la intimidad emocional
Siente que debe estar presente en todas las actividades de la iglesia
Se siente culpable cuando toma tiempo para sí o para su familia
Pasa mucho tiempo sin tomar vacaciones
Nadie o muy pocos en la congregación saben cuáles son sus debilidades
Tiene una necesidad crónica de saber cómo la congregación evalúa su liderazgo
Su sueldo está por debajo del salario promedio
La congregación tiene prioridad por encima de su familia
Crónicamente siente dudas sobre su liderazgo en la iglesia
Le es difícil expresar sus sentimientos en forma honesta, precisa y apropiada
Supervisa muy bien algunas áreas de la iglesia mientras otras están completamente abandonadas
Comienza un programa con mucha energía, pero pronto pierde la motivación
Muy raramente siente paz sobre el futuro de la congregación
Teme ser abandonado si las personas llegaran a saber quién realmente es usted
Su ministerio tiene extremos drásticos: de una vida de oración activa a un descuido total; de preparar bien los sermones a estar muy poco preparado
Muy responsable en algunas áreas de su ministerio mientras que en otras manifiesta mucha irresponsabilidad
Deseo crónico de agradar a todos los miembros de la congregación
Sentimiento crónico de que Dios está disgustado con su ministerio
Sentimiento crónico de que las personas en su congregación están insatisfechas con su trabajo
Cambios emocionales drásticos: de felicidad a tristeza; de esperanza a negativismo; de amor a odio,etcétera.

Si se contesta afirmativamente de seis a diez de las preguntas, usted podría calificar como un pastor codependiente.

 

Por Nery Duarte

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