¿Alguna vez ha abierto el refrigerador y le ha llegado un mal olor? Obviamente algo se hecho a perder y ha estado allí por mucho tiempo que ha apestado todo el refrigerador. No sé usted pero yo no puedo descansar hasta sacar todo el mal olor. Así que busco cosa por cosa hasta que encuentro lo que huele mal y lo desecho.
He descubierto que podemos tener una experiencia similar en nuestras relaciones. A menudo las personas nos lastiman. En lugar de tratar con la ofensa cuando aun esta reciente, la guardamos en nuestro interior, esta puede echarse a perder y emitir un mal olor en nuestras actitudes. Mi palabra para usted hoy es: ¡Deje de tragarse las cosas!
La Biblia es muy explicita acerca del enojo, no debemos permanecer enojados (lea Efesios 4:26). Se maravillara de saber cuantas personas aman a Dios y están orando por un milagro pero están enojadas con alguien o con algo en su vida y esto evita que reciban la respuesta que necesitan.
Cuando algo está echado a perder en nuestro interior, no podemos ponernos una sonrisa falsa y pensar que nadie se dará cuenta. Los sentimientos enterrados vivos nunca mueren. Permanecen allí y nos irritan, carcomiendo nuestra relación con Dios y con otras personas.
Así que si quiere tener relaciones personales saludables, necesitamos aprender cómo tratar con las ofensas que experimentamos de una manera saludable.
Ignorando el problema solo empeorará las cosas Digamos que alguien lo lastimó y usted ha estado guardando esos sentimientos dentro. Hay un “mal olor” en esa relación personal que se manifiesta en su actitud hacia esa persona. A veces se vuelve tan familiar que ni cuenta nos damos que está allí. Por eso es muy importante que examinemos nuestro corazón a diario y pidamos a Dios que nos revele cualquier cosa que este oculta con la que necesitemos tratar.
Le animo a orar y pedirle a Dios si hay ofensas en su corazón de las cuales no está al tanto.
Entonces hacer lo que sea necesario para deshacerse de ellas.
Pregúntese a sí mismo: ¿de que se trata esto? Lo primero que puede pensar es: Bien, esta persona me hizo enojar. Pero quiero que vaya más a fondo. Pregúntese a sí mismo: ¿Por qué me enojo? ¿Por qué me irrito cuando esta persona hace esto o aquello? ¿Cuál es realmente la fuente de mi problema?
Se dará cuenta que nuestro verdadero problema no es otra gente – es el enemigo.
Entendiendo su enemigo
Efesios 6:12 nos dice claramente que nuestra lucha no es contra carne ni sangre, pero contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales (NVI).
El enemigo siempre está buscando una debilidad en nosotros en donde puede obrar. Pero tenemos un arma secreta contra él. Es uno de los poderes espirituales mas poderosos en la Palabra de Dios y desafortunadamente, pienso que muchos cristianos carecen de ella.
Romanos 12:21 dice: vencemos el mal con bien.
En otras palabras, Dios nos ha dado el poder de hacer bien a las personas que no son buenos con nosotros. Él nos ha dado el poder para orar por nuestros enemigos. Nos ha dado la sabiduría para decir: “Dios, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
Muchas veces las personas no saben realmente lo que están haciendo. Ellos están reaccionando a sus propias heridas y dolor. Ayuda el recordar que nosotros no somos perfectos; necesitamos ser misericordiosos con los que nos han lastimado y orar por ellos. Cuando lo hacemos, ¡somos liberados del dolor que nos causan!
Solo usted puede parar el ciclo del dolor y la ofensa
A menudo digo que las personas lastimadas lastiman a otros. Firmemente creo que el ciclo va a continuar hasta que un cristiano decidido marque la raya y diga: “Esto no va a seguir adelante. Se detiene aquí conmigo.”
Sabe, no hay mejor sentir que el saber que ha hecho lo que Dios quiere que haga, sin importar el costo. Cuando piense en esto, va a continuar adelante más allá del dolor y proseguir a la victoria o va a continuar en la misma condición apestosa, utilizando desodorante en su vida por años.
Yo le animo a continuar adelante un día a la vez, una relación personal a la vez. Cuando damos nuestra vida para servir a otros como Cristo lo hizo por nosotros, podemos parar el ciclo del dolor y la ofensa. Haciendo posible que otros encuentren paz, gozo y plenitud en él.
Por Joyce Meyer. www.joycemeyer.org