TEXTO: Esdras 5:2
INTRODUCCIÓN: El Templo inicialmente fue hecho como lugar de adoración; un lugar de encuentro entre Dios y su pueblo. Cada quien estaba en el deber sagrado de ir al Templo a buscar la presencia de su Dios en humildad, adoración y reconocimiento, pero con su desobediencia, el Templo fue destruido y reconstruido varias veces.
I. INICIO DE LA ADORACIÓN:
* El primer acto de adoración mencionado en la Biblia, es la presentación de las ofrendas que trajeron Caín y Abel. Al parecer levantaron un lugar en donde ofrecer su ofrenda y ese lugar tuvo que ser un Altar, sinónimo de un templo: Lugar de encuentro entre Dios y el hombre.
* El segundo acto de adoración explícito, es el de Noe al salir del arca. Este edificó un Altar para Dios donde ofreció holocausto para el Señor ( Gen. 8:20 ).
Sabemos que Enoc antecesor de Noe era de la 7ª generación desde Adán, por lo tanto Noe, era también de las 10 generaciones que fueron contemporáneas de Adán en unos cuantos años. Vivía en un mundo relativamente nuevo, pero donde las semillas venenosas de maldad habían brotado y la carnalidad reinaba. Al salir del arca y ofrecer su ofrenda en su altar, a Dios le agradó y lo percibió grato ( Gén. 821 )
Así el altar llegó a ser símbolo de adoración, de sacrificio, de entrega, de rendición y de la presencia del Señor; de manera que ese es el inicio de un lugar donde hallar a Dios.
* En el desierto, cuando se establece el culto judío, Dios ordena erigir una especie de tienda que serviría como Templo y es esa tienda la que sirvió como lugar de adoración. Había dos altares: Uno de bronce y el otro de oro. En el primero se ofrecían los holocaustos y en el segundo, el incienso o perfume. El primero estaba afuera en el atrio y el segundo adentro en el Lugar santo. El primero era visto por todos, el segundo solo por el sacerdote.
• SE EDIFICA EL TEMPLO: El primero que tuvo el sentir de crear un lugar donde Dios pudiera morar en compañía de su pueblo, fue David. Inclusive pidió todo lo necesario, pero Dios no lo dejó construir a él y solo le permitió a Salomón. Se crea un suntuoso Templo con incrustaciones de oro y la presencia de Dios descendió. Allí se ofrecían sacrificios y se manifestaba Dios de manera extraordinaria. Era una maravilla arquitectónica de aquella época.
• SE ARRUINA EL TEMPLO: Cuando Israel cayó en apostasía y adoraron a Baal, cuyo culto consistía en orgías sexuales y carnavales, lo primero que hacían era dejar caer el altar del Señor y descuidaban el Templo a tal grado que no se podía adorar allí.
Cuando Elías surge, ese es el estado del pueblo y el culto a Dios estaba muriendo. El altar arruinado, los profetas perseguidos, los sacerdotes descarriados, el rey y su corte habían caído muy bajo, de manera que era un estado de amilanamiento.
Las invasiones de los enemigos, siempre apuntalaba en esos días a dos cosas muy importantes de la conquista que era: Destruir el palacio real y acabar con el templo para robar sus vasos sagrados ( Lo que pasó Beltsasar)
• ISRAEL SIN DIOS: Al no haber templo, ni lugar de adoración, el pueblo se sentía solo y sin Dios. No tenían altar, ni sacrificios, ni presencia soberana del Altísimo.
• REPARANDO EL TEMPLO DE DIOS: Cada vez que retornaban a su tierra, lo primero que hacían era los esfuerzos por volver a tener el lugar de adoración.
?En la época de Zorobabel con dificultades ayudándoles Esdras el Sacerdote, Nehemías el copero del rey. Había mucha oposición, pero tenían la orden, los implementos y la ayuda de Dios mismo.
? Herodes les reparó el Templo majestuoso que era el que estaba en la época de Cristo y fue destruido 40 años después y desde allí hasta hoy no han podido tener otro templo.
VI. REPARANDO MI TEMPLO: La Biblia afirma que nosotros somos el templo de Dios ( 1ª. Corintios 6:19 ) fuimos hechos por Dios un templo santo para su propia morada ( Efesios 2:20-22 ) de manera que todos somos Templo y morada de Dios. Tenemos un altar como templo que somos. Las cosas de la vida; el ir y venir; el enredo del mundo entre otras cosas, muchas veces arruinan nuestro templo. Pecados ocultos; dioses paganos (adoración a una mujer, un cantante, otro.) son causas que derriban el altar. Nunca caerá el fuego de Dios hasta que reparemos el altar.
El pecado y la mundanalidad que invaden a la iglesia de esta época son por falta de fuego divino. Tomemos el ejemplo de Jonás cuando su templo estaba derribado. En qué condición más horrible se encontró Jonás: oscuridad total, algas se adherían a su cuerpo, el agua le enlodaba constantemente. Y la presión física sería increíble. Hasta los submarinos deben ser preparados para la presión antes de descender a las profundidades. Los tímpanos de Jonás debieron estar en dolor constante.
Hermano, ¿te puedes imaginar la clase de oscuridad y hedor que había allí? Míralo bien-¡porque es un cuadro del lugar hacia donde se dirige todo el que destruye el templo de Dios! Viene una noche de oscuridad terrible, un tiempo de desesperación y abatimiento absoluto.
Jonás tuvo dos opciones en su oscuro hoyo de desesperación. Y las mismas dos opciones están disponibles para toda persona que baja al vientre de una crisis oscura, o que no repara su altar:
Te puedes entregar al abatimiento y desesperación, convencido que Dios te odia por tu desobediencia. Puedes decir: «He caído tan bajo, que nunca puedo volver con Dios. ¡No hay esperanza para mí!» La desesperación reinará en tu vida, hundiéndote cada vez más profundo en el hoyo de desesperación.
Jonás fácilmente pudo entregarse al espíritu de abatimiento. Si lo hubiese hecho, se hubiera muerto en el vientre del pez, y su nombre nunca más fuera mencionado. Puedes objetar: «Pero Dios había ordenado una misión para Jonás. Él nunca lo hubiese dejado morir allí.»
¡No! Dios pudo encontrar a otra persona para la misión de Jonás. Todos tenemos libre albedrío para escoger-y Jonás tuvo que escoger en cuanto a lo que su actitud se trataba.
Levantemos el Templo, limpiémosle, avivémosle; Necesitamos un incendio cuyo origen venga del cielo, necesitamos otra vez carbones encendidos tomados por ángeles, del mismo altar del trono de Dios, y puestos sobre los labios de una iglesia y de personas apagadas y contaminadas, que perdieron el fuego y la pureza, la visión y el amor por los perdidos. Necesitamos un derramar de fuego con urgencia, hoy mismo, mañana puede ser tarde, fuego celestial que sane nuestros ojos y quite toda escama de religiosidad e hipocresía espiritual, en medio de nosotros mismos. Fuego que ilumine el templo nuestro y veamos a Dios glorificado.
Necesitamos levantar nuestro templo a la altura del Espíritu de Dios y que seamos usados como nunca antes. Debemos organizarlo para que la presencia de Dios caiga aquí y sea tanta la gloria de Dios, que la apostasía no tenga lugar entre nosotros.