Hasta que tú no estés completamente convencido que Dios desea que tú TE SIENTAS BIEN, totalmente; siempre habrá una duda en tu mente y dentro de tí en cuanto a si Tú serás sano, o no.
Mientras dure esa duda en tu mente, en cuánto a si serás sano o no, la fe perfecta no existirá y es menester que la fe sea ejercitada, sin duda ni clase alguna de claudicación para que la sanidad llegue hasta tí. «Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» (He. 11:6). «Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor», (Santiago 1: 6-7).
Una vez convencidas las gentes que DIOS DESEA SANARLOS y que NO ES LA VOLUNTAD DE DIOS que ellos estén enfermos, prácticamente son esos los que reciben sanidad cuando por ellos se ora. Otros reciben sanidad muchas veces antes de que se ore por ellos.
El tener conocimiento de esto hace que el terreno sea completamente fértil para que la fe perfecta, pueda desarrollarse y crecer. No es asunto de pensar por más tiempo si es la voluntad de Dios o no; porque realmente sabemos que es LA VOLUNTAD DE DIOS. El leproso en el pasaje de Marcos 1:40 dijo: «Si quieres puedes». Jesús contestó: «QUIERO».
Permite que ese «quiero» indique por completo para tí que Dios DESEA SANAR AL ENFERMO. Y si EL quiere sanar UNO, también es Su deseo SANAR A TODOS. «El no quiere que ninguno perezca» (2 Pedro 3:9). Santiago dice: «Está alguno entre vosotros enfermo?».
Esto es universal para todas las gentes de todas las edades. Jesús «gustó la muerte por TODOS LOS HOMBRES». No existe ACEPCION DE PERSONAS con Dios. El nos dice que estamos pecando cuando tenemos privilegios para unos sobre los otros. Así es que con toda seguridad El no violará Sus propias leyes.
Está escrito (Números 21) acerca de aquellos que fueron mordidos por las serpientes ardientes que «cuando ALGUNO miraba a la serpiente de metal vivía». Hoy día, acontece de la misma manera, TODO AQUEL que mira a Cristo, como su REDENTOR, será salvo. Todos están sobre bases idénticas cuando se allegan a los beneficios de la Expiación.
Las palabras «todo aquel» y «todo aquel que desee» siempre son usadas cuando hacemos la invitación a los pecadores, y las palabras «todos los que», «cada uno», «algunos» y «cualquiera» se usan al extender la invitación a los enfermos y a los adoloridos. Ambas invitaciones son siempre universales y sus resultados son siempre prometidos POSITIVAMENTE.
Es decir: «Serán salvos», «tendrán vida», «sanarán» ‘ «se levantaran», «los sanó a todos» y «todos los que tocaron fueron sanados». Una DOBLE PROMESA conlleva IGUALES INVITACIONES, y promete IGUALES RESULTADOS.
A menudo los padres demuestran alguna clase de favoritismo en alguno de sus hijos, pero Dios no obra de esa manera. Cuando llenamos condiciones iguales recibimos cosechas iguales.
Cuando hacemos nuestra parte, Dios siempre es fiel para hacer Su parte. Siempre, SIEMPRE. Los beneficios del Calvario son PARA TI. Si Dios san¿> a TODOS entonces, El todavía sana a TODOS; es decir todos los que vengan a El buscando sanidad. «Jesucristo, es el mismo ayer, y hoy y por los siglos» (Heb. 13:8). «Y le siguieron muchas gentes, Y SANABA A TODOS» (Mt. 12:15). «Y TODOS los que tocaron quedaron sanos» (Mt. 14:36). «Y TODA la gente procuraba tocarle; porque salía de El virtud, y SANABA A TODOS», (Lucas 6:19). «Y como fue tarde, trajeron a El muchos endemoniados; y echó los demonios con la Palabra y SANO A TODOS LOS ENFERMOS, para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta Isaías que dijo: El mismo tomó NUESTRAS enfermedades, y llevó NUESTRAS dolencias», (Mt. 8:16-17).
Cristo está sanando ENFERMOS todavía, de manera que se siguen cumpliendo las palabras del profeta: «El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias». Siempre debes recordar que tú estás incluído en la palabra NUESTRAS de Mateo 8:17 y Dios está obligado por Su pacto a continuar SANANDO A TODOS los que están enfermos y débiles de modo que se cumplan las palabras de Isaías. «No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios» (Salmo 89:34).
«Al ponerse el sol, TODOS los que tenían enfermos de diversas enfermedades, los traían a El, y El, poniendo las manos sobre CADA UNO DE ELLOS, LOS SANABA » (Lc. 4:40).
«Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, Y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él, (Hechos 10:38). La SANIDAD ERA PARA TODOS en esos días, y Cristo el Sanador nunca ha cambiado, (Hebreos 13:8).
Tan listo estaba Jesús a sanar las enfermedades como lo estaba para perdonar los pecados. De hecho, en las Sagradas Escrituras, se registran más casos de sanidad divina obrados por El que los que existen del perdón de los pecados. Jesús NUNCA vaciló para sanar los enfermos que eran traídos hasta El.
Si Jesús gustó la muerte que debía gustar cada hombre, El con toda seguridad quiso hacer claro que CADA UNO habría de beneficiarse por el hecho de su muerte. Creemos que ésto es cierto cuando se trata de la salvación del alma y el perdón de los pecados. El mismo cuerpo que fue quebrantado por nuestros pecados; llevó las heridas y llagas por nuestra sanidad, y si creemos eso, entonces debemos admitir el privilegio de la salvación y de la sanidad divina como dos cosas que funcionan sobre bases completamente iguales. Son similares. Si el pasaje de la Escritura que dice: «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos», es cierta y si predicamos la sanidad divina como un derecho legal para los «salvados» seguramente también los ENFERMOS SERAN SANADOS.