Danilo Montero, un amigo y compositor, escribió una canción que dice: “hay momentos que no deberían terminar, hay segundos que tendrían que ser eternidad”. Todos hemos vivido momento agradables que quisiéramos perpetuar, como el tiempo de adoración en la presencia del Señor. Seguramente cada uno podría enumerar bellos momentos de su vida. Es agradable recordar el día que nos enamoramos, el primer beso y la luna de miel. Pero nadie quiere pensar en la separación o en la muerte. Hay momentos de tristeza, de enfermedad y de malas noticias que no podemos evadir. Entonces, lo recomendable es aprender a vivirlos y superarlos con la ayuda y fortaleza que Dios nos da.
Todo tiene su tiempo. La Palabra lo dice claramente, hay tiempo para nacer y para morir y para todo lo demás que se puede hacer durante la existencia1. Pidamos al Señor porque los tiempos difíciles pasen pronto para poder disfrutar de los buenos momentos. Aprende a vivir tu tiempo. No importa si el momento es de risa o de llanto, hay que vivirlo intensamente. Nos pasa con la muerte. Evitamos enfrentarla porque no la vemos como parte de la vida, pero también tiene su tiempo.
Noemí era una viuda que pasaba por un terrible momento; su esposo y sus hijos murieron. Le quedaron sus dos nueras; una era Orfa, quien aceptó su consejo de irse a buscar nuevo esposo. La otra era Rut, quien decidió quedarse a su lado y apoyarla. Cuando Noemí declaró su situación, lo hizo basándose en lo que sentía. Su aflicción era tan grande que incluso quería cambiarse de nombre. Pedía que le llamaran “amarga”, aunque su nombre significaba “placentera”2.
Job también pasó por un mal momento. Se quedó sin nada. Sin embargo, no declaró contra el Señor3. Observa la diferencia, Noemí se sintió despojada y afligida por Dios; Job, por el contrario, reconoció con humildad su origen desnudo y bendijo al Señor. Aunque en su buena intención, se equivocó, porque no fue Dios sino el diablo quien le quitó cuanto tenía. Y esto debemos tenerlo muy claro porque en la voluntad de nuestro Padre no hay despropósito ni maldad. Las cosas suceden o las provocamos nosotros. Por ejemplo, todos moriremos, pero no es Dios quien nos mata, simplemente llega la hora de ir delante de Su presencia.
Nohemí se dejó dominar por la tristeza, pero Rut fue valiente y se quedó con ella a pesar de la desgracia que las atormentaba. Si no lo hubiera hecho, no habría conocido a Booz y ¡no hubiera continuado la línea de descendencia de Jesús! Así que debemos aprender a ver más allá del momento, aunque no lo comprendamos, nuestra confianza en el Señor debe ser más fuerte que el dolor. Aprendamos a ver el futuro con optimismo porque nuestro Padre nunca nos desampara. No permitas que tus sentimientos te traicionen. Si un mal momento te hace sentir triste, confundido y enojado, vive tus emociones, pero guarda tu boca y úsala solo para hablar de bendición.
Declara lo que sabes: “todo ayuda a bien a quienes aman al Señor”4. Afronta los malos momentos con fe, proclama tu futuro sin temor, da gracias por lo que vives y adora al Señor porque todo obra a bien si confías en Él. Por el contrario, si dejas de amarlo y servirlo, si no perseveras en tu comunión con Él, esa promesa queda inválida porque solo quienes aman al Señor verán que todo lo que sucede obrará para bendición. A pesar de lo que vivas, proclama que estás convencido de que Él tiene un plan para tu vida y para tu familia.
Cuando debo enfrentar situaciones difíciles, primero vivo el momento, lloro y me desahogo sin afectar a nadie. Luego medito, busco calma y pido sabiduría para tomar buenas decisiones. Después, hago una correcta declaración de fe y finalmente, hablo con Dios para escuchar consejo. Acércate al Señor y adórale en todo momento, agradécele por lo que obra en ti.
Así que ¡sigue adelante! Por supuesto que no es fácil olvidar, pero es posible recordar con el corazón sano, sin resentimiento o tristeza. Si perdiste a tu padre lo lamentarás el resto de tu vida, pero conforme pasa el tiempo y al declarar lo correcto, tu corazón sana y puedes extenderte a lo que está adelante5. Recuerda que para abrir un nuevo capítulo debes cerrar primero el anterior. Deja atrás el pasado y muévete hacia lo que viene.
Sabemos que el hijo pródigo malgastó su herencia y tuvo que reaccionar para acercarse a su padre con arrepentimiento6. Hay momentos difíciles que no podemos evitar y hay otros que nosotros provocamos. Si sufres de alguna adicción, si vives problemas conyugales por tener una amante, estás enfrentando las consecuencias de tus decisiones y debes reaccionar para iniciar el proceso de restauración. No esperes a tocar fondo, abre los ojos y sal de esos momentos amargos que provocaste. Nuestro Padre es misericordioso y nos perdona, pero debemos tomar la decisión.
Imita la actitud y declaración del hijo pródigo. Levántate y toma dirección hacia tu Padre, porque Él siempre te mostrará caminos de bendición y de justicia. Todo lo que viviste ya pasó. Ahora debes ver con optimismo lo que inicias y aprender a vivir el tiempo que corresponde. Recibe a Jesús en tu corazón. Proclámale como Señor y Salvador para que te ayude a vivir cada momento, te levante y te permita avanzar, confiado en Sus promesas.
Por: Pastor Cash Luna
Cashluna.org