Cuentan del Rabí de Dubno la siguiente historia:
Llamó el maestro a un discípulo y lo colocó frente a la ventana y le dijo:
-¿Qué ves?
-V
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Cuentan del Rabí de Dubno la siguiente historia:
Llamó el maestro a un discípulo y lo colocó frente a la ventana y le dijo:
-¿Qué ves?
-Veo la gente que pasa por la calle, las casas de enfrente, los carros, los caballos, el sol, las hojas volando al viento…
-Ahora ven que te mostraré otro vidrio.
Y le trajo un espejo.
-Mira y cuéntame qué ves.
Asombrado, el alumno miró y dijo:
-Veo mi propio rostro.
-¿Sabes qué diferencia hay entre este y aquel vidrio?
-No maestro.
-El de la ventana permite ver a los demás. Este, el espejo, es también un vidrio e impide ver a los otros. Te ves únicamente
a ti mismo.
-¿Y esto qué significa maestro?, preguntó el alumno, que no captaba el mensaje en esa comparación tan obvia.
-Te diré lo que significa. Este vidrio, el espejo, se hace espejo cuando del otro lado se lo cubre de una sustancia relativa a la plata.
-¿Entonces?
-Lo que estás mirando, entonces, es la plata. Cuando la plata es el objetivo único de la mirada humana, se deja de ver a los demás y se ve tan sólo a uno mismo.
Tomado de «Los hijos y los límites»
Podemos añadir para la reflexión textos bíblicos como el de Mateo 6:24 y Lucas 10:30-37