El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Romanos 8:16. Tus padres estarían dispuestos a darlo todo por ti. Tus hermanos te protegerían.
Antes de que tu nacieras Él ya había dado todo por ti, para que cuando nacieras no te faltara nada, absolutamente nada.