CUANDO LA PASION SE ACABA

Por Griselle Este es un encuentro de 2 amigas, sus nombres son Marilyn y Patricia, ellas comienzan a dialogar… Marilyn: Muchacha tanto tiempo ¿como haz estado, como esta tu esposo, tus niños? Patricia: De lo mas bien, ya tu sabes en la lucha diaria, ¿Qué más vamos hacer? ¿Y tú? Marilyn: Todo bien, aunque aquí, en la rutina. ¡Nada nuevo! ¿Y como esta Orlando?
Patricia: El esta bien… ¡como siempre! En la casa dando trabajo, para eso es lo único que sirve.

Marilyn: Pero chica ¿por que hablas así?, ¿las cosas no están bien o que?, si siempre han tenido una relación bien bonita ¿Pasa algo?
Patricia: No chica, las cosas no son las mismas, ya no están bien, no se que ha pasado, hemos estado pensando seriamente en divorciarnos y que cada uno siga por su lado y rehaga su vida…

Esta situación de Patricia, tal vez nos parezca conocida, tal vez la hayamos vivido o sencillamente la hayamos escuchado de alguna otra persona, pero ¿Qué realmente le ha sucedido a la relación entre Patricia y Orlando?

Patricia y Orlando después de varios años de casados solo se preocuparon por las responsabilidades de ser esposos, padres y *****plir en sus trabajos, se les olvido sacar tiempo para su relación y en un momento de crisis, soledad y tristeza le dieron paso al sentimiento de volver experimentar esa pasión que antes en su relación sentían y se dieron a la tarea de contemplar otras personas en su vida. Pero, ¿Qué cuando la pasión se acaba?

Vamos a ver…¿Qué es la pasión? Pasión es definida como: “El estado o la capacidad de actuar encendido por los agentes o las fuerzas externa,l tener gusto o un deseo para… o una dedicación fuerte a cierta actividad, objeto, o concepto; La PASIÓN se aplica a una emoción que sea profundamente ingobernable”.

Muchas veces como mujeres no entendemos la diferencia entre la pasión y el amor, como vemos la pasión es una fuerza que nos mueve en un momento determinado por algún agente externo, es el deseo hacia cierta actividad, persona o circunstancia, es algo que puede o no puede estar. En determinados momentos nos preguntamos ¿Por qué no volvemos a sentir esa pasión que nos identificaba al principio de nuestra relación? Todo era nuevo, y tenía cierto misterio que mantenía la relación en un estado de constante emoción por lo desconocido. Si recordamos cuando por primera vez nos casamos, todo nos parecía una aventura. Nos llamaba la atención todo acerca de nuestro esposo como dormía, comía, el tiempo que tardaba tomando un baño, queríamos estar al tanto de todo detalle que para nosotros era antes desconocido. ¿Pero que sucede cuando con el tiempo todo lo que antes nos llamó la atención, lo que era excitante para nosotras ya es una cosa más, parte de la rutina diaria, que hoy día hasta nos molesta?

El pensar que comenzar otra relación es la solución a esa pasión que buscamos, estamos muy equivocadas, ya que al pasar el tiempo nos daremos cuenta que volveremos a experimentar exactamente lo mismo, una y otra vez. (Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor 2. Tim. 2:22) Es como caer en un círculo vicioso, donde en busca de satisfacer una necesidad nos hacemos daño cada vez más a nosotras mismas, y no vamos a tener nunca un matrimonio saludable y feliz.

Entonces, ¿cuál es la actitud que deberíamos asumir? No se ha preguntado alguna vez ¿si quiero que algo cambie? ¿Qué debo hacer? ¡Cambiar! ¿A que me refiero con cambiar? A que no siempre nosotras tenemos la razón, muchas veces culpamos a nuestros esposos por que no cambian, pero nosotras no hacemos nada para cambiar. Para que una relación se deteriore son responsables 2 personas, no solo una, de alguna u otra forma sobre ambos recae la responsabilidad. Ambos pactaron en un altar delante de testigos su amor eterno, incondicional y sobre todo prometimos estar en las buenas y en las malas.

El esposo no es el único responsable de que la pasión se mantenga en la relación. En ocasiones deseamos que las cosas se hagan siempre como nos gustan, pero no estamos dispuestas a complacerlos y hacer las cosas que a ellos les interesan. No queremos tomar la iniciativa de provocar un momento de intimidad y pasión con ellos, deseamos y pensamos hacer cosas pero no nos atrevemos hacerlas creyendo que a ellos no les va a gustar, o pensando en que tal vez este mal. Anhelamos las cosas, no las hablamos y esperamos que nuestros esposos las “disciernen” o algo así y que reaccionen de acuerdo a lo que queremos, entonces cuando vemos que no reaccionan, nos sentimos frustradas, aburridas y los ¡culpamos a ellos!

Para mantener nuestra relación tenemos que estar dispuestas a salir de nuestro mundo de comodidad y provocar “momentos” de intimidad, el preparar el baño para su esposo, una cena especial, el dejar los niños al cuidado de alguien para poder tener una tarde a solas, el salir al parque y mientras los niños juegan poder conversar, el tomarse de la mano, el abrasarse en la mañana antes de comenzar la rutina diaria, el sencillamente expresarse amor ante los demás puede ser ese pequeño detalle que hará diferencia, y mantendrá una relación saludable. Muchas veces pensamos que el ser cristianas significa dejar a un lado el romanticismo, no queremos que otros vean lo que nosotras sentimos por nuestros esposos. Nos averguenza el tomarle de la mano, el mostrar una caricia y ¿Por qué?

No le culpes si no pasan cosas nuevas, si tu no estas dispuesta a provocarlas. Hay momentos en los que nosotras tenemos que actuar ya que ellos están tan ocupados y distraídos en sus trabajos, compromisos y problemas de la iglesia, que no tienen tiempo de pensar en la casa, no porque no nos amen o se preocupen, sino porque creen que al tenernos a su lado, vamos a comprenderlos y ayudarles. Si ellos no se dan cuenta que nos sentimos mal, tenemos que con amor y provocando captar su atención con algún detalle especial o simplemente dialogando, decirle que le necesitamos, expresar nuestro sentir y con seguridad ellos apreciaran lo que nosotras hagamos. Pero por favor no esperemos a sentirnos cargadas, irritadas, frustradas y molestas para entonces hablar ya que no obtendremos ningún resultado favorable, sino que le estaremos quitando valor a nuestra relación. Recuerda lo que dice en: 1 Co. 13 “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece… Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

Entonces y ¿qué? ¡Si la pasión se acaba! Si nos une el amor, amistad y la bendición de nuestro Padre Celestial que un día fue testigo y bendijo nuestra unión, una relación que sobrepase los esquemas de esta sociedad y pueda ser fortalecida cada día más en el Señor. Una relación que se una por un amor fuerte e inquebrantable, que aún cuando pasen los años y lleguemos a la vejez, que no hayan las fuerzas que antes tuvimos, sigamos amándonos aún ¡cuando la pasión se acabe!

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CUANDO LA PASION SE ACABA

Este es un encuentro de 2 amigas, sus nombres son Marilyn y Patricia, ellas comienzan a dialogar… Marilyn: Muchacha tanto tiempo ¿como haz estado, como esta tu esposo, tus niños? Patricia: De lo mas bien, ya tu sabes en la lucha diaria, ¿Qué más vamos hacer? ¿Y tú? Marilyn: Todo bien, aunque aquí, en la rutina. ¡Nada nuevo! ¿Y como esta Orlando?
Patricia: El esta bien… ¡como siempre! En la casa dando trabajo, para eso es lo único que sirve.

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